KINSUGUI Y CUENCOS DE CUARZO

KINSUGUI Y CUENCOS DE CUARZO

La belleza de la imperfección.

 

Existe una técnica artística milenaria proveniente de Japón e influenciada directamente por el Budismo Zen llamada Kinsugui, basada en la restauración de la cerámica  rota, uniendo los pedazos con Oro. Lo más hermoso de todo es que tras la belleza estética de esta técnica hay una fuerte filosofía en la que se honra la propia rotura; el ser capaces de restaurar lo roto, lo quebrado, dando valor al aprendizaje de esa experiencia.

 

En nuestra sociedad actual se da tanto valor al no equivocarse, al ser fuerte, inquebrantable, estéticamente perfecto y sin ninguna cicatriz… que a veces cuesta conectar con nuestras heridas más profundas, con nuestra vulnerabilidad. Cuesta sentir y aceptar que somos humanos y que podemos equivocarnos y algo aún más importante, que podemos aprender de nuestros errores y que estos no son tales si salimos más sabios y más conscientes de esa experiencia.

 

Cuando algo se rompe, ya sea en nuestro exterior o nuestro interior, podemos sentir que todo se derrumba, que no sabemos cómo continuar. Se nos está abriendo la herida y solo queremos huir de eso porque nos duele. Pero… ¿Y si logramos atravesar esa primera sensación y continuamos presentes y dejándonos llevar por el flujo de la experiencia, para poder llegar a otro lugar en nuestro interior? Un lugar desde el que sostenemos la intensidad de la emoción, conectamos con esa herida y nos permitimos sanarla. ¿Cómo? Solamente con nuestra presencia amorosa, nuestro reconocimiento y dejando que la luz ilumine lo que está sucediendo.

 

De la misma manera cuando se rompe un cuenco se pueden llegar a experimentar todas estas sensaciones. Se puede tener esta vivencia y sentirla como un regalo que nos brinda el Cuarzo para sanar.

 

El Kinsugui puede ser una manera de restaurar esas heridas que están en el cuenco pero que también están en nuestra alma. Si lo realizamos como un ritual, con la intención de dar visibilidad y valor a “lo roto” en nosotros mismos, a aprender de la experiencia para aceptarnos y amarnos tal y como somos,  será un acto de poder con la vida.

 

La foto que os compartimos es la de un bello cuenco de azeztulita cuya presencia nos sigue transmitiendo un gran aprendizaje.

 

“Imperfecciones y cicatrices nunca deben esconderse, porque podrían ser el nacimiento de algo nuevo. En lugar de ocultar las fracturas las resaltamos con oro, que es el material más noble.” Maestro Kinsugui

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