LA VOZ Y LOS CUENCOS DE CUARZO

la voz y los cuencos de cuarzo

El trabajo con los cuencos y la voz puede ser un extraordinario vehículo que nos ayude a encontrar nuestra propia vibración.

 

Nuestro cuerpo está lleno de resonadores, de vacío interior que es lo que permite que nuestra voz suene. La voz es la vibración que resuena en los vacíos del cuerpo, de la misma manera que un cuenco, que necesita vacío para poder sonar. Así podemos decir que nuestro cuerpo es como un cuenco.

 

Todos sabemos que la voz es un reflejo fidedigno de nuestro interior… la voz no engaña. Cuando estamos nerviosos nuestra voz suele sonar más aguda, cuando estamos tristes, deprimidos más grave, o cuando estamos contentos más aguda y melodiosa. Así cuando estamos relajados fisicamente y tranquilos emocionalmente nuestra voz transmitirá este estado de armonía. Por ello es muy recomendable una previa preparación del cuerpo físico que nos ayudará a armonizar también nuestro cuerpo emocional y mental.

 

Hay algunas técnicas para el trabajo con la voz que se pueden aprender en cursos específicos sobre este tema, pero también de una manera más sencilla podemos realizar algunos ejercicios de yoga, estiramientos y respiraciones (pranayama).

 

Una buena respiración es la base de una buena emisión de nuestra voz. Aprender a respirar relajadamente nos va a permitir conectar con nosotros mismos y transmitir a través de la voz nuestra autentica vibración. Esto nos lleva a una de las cuestiones más importantes a la hora de vibrar con la voz … ¿desde dónde emitimos?

Conectar con la parte más armónica y auténtica de nosotros mismos es, en nuestra opinión, lo más importante, porque esa energía será la que vayas a transmitir.

 

Así, la incorporación del cuenco de cuarzo va a ayudarnos en todos los sentidos: a relajar todos nuestros cuerpos y a conectar con una parte más interna, de conexión con nuestra propia esencia y para ser un canal de vibración armónica.

 

La manera es muy sencilla, simplemente vamos a hacer sonar nuestro cuenco dejando que su vibración armónica nos “contagie”. Una vez sintonizados empezaremos a emitir la voz, tratando de unir nuestra propio sonido al del cuenco.

Si nos dejamos llevar seremos conducidos por la propia vibración.

 

El silencio interno, la escucha profunda y la presencia en el instante nos va a permitir establecernos en nuestro interior y desde ahí, dejar fluir la expresión del Ser.

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