CUENCOS DE CUARZO Y RITUAL
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha creado sus vínculos con lo divino a través de ceremonias, rituales… momentos en el tiempo y el espacio cargados de intensidad y de conexión con una parte más profunda e íntima de uno mismo, transcendiendo la dualidad de nuestra cotidianidad para sentirnos parte integrante de un Todo, cósmico y amoroso.
Dentro de un ritual nuestros cuencos van a ser una gran ayuda al conducirnos de manera fluida hacia un estado interno de quietud, de meditación, facilitando mucho esta conexión. Y además van a ser la guía en el camino de esta energía a través de mantener nuestra intención unida a la vibración.
Sabemos que la intención es uno de los componentes esenciales en el trabajo con los cuencos. La atinada fórmula de Jonathan Goldman “Frecuencia+ Intención = Sanación”, nos habla de estos elementos primordiales sin los cuales no es posible una auténtica transformación.
La intención supone focalizar nuestra energía con un propósito concreto. En el caso del trabajo de los cuencos es siempre recomendable una intención que ayude a elevar la frecuencia, la vibración, a armonizar, sanar, conectar con nuestra esencia.
Los rituales se basan en la fuerza de esta intención, que desde un espacio de serenidad se une a lo sagrado y se manifiesta también en el cuidado del espacio. En este cuidado, escuchando nuestra sensibilidad, podemos incluir aquellos objetos que nos ayuden a conectar con las energías que queremos evocar (piedras, imágenes, flores, velas).
También a través del vínculo con nuestra propia vibración, nuestra voz, expresión de nuestra alma, de nuestros anhelos más profundos. Cantos, rezos, invocaciones… nos guían para convertirnos en canal de energías sutiles, al unirnos con nuestra intención en estos momentos sagrados que nos conducen a estados más profundos de conexión interna.
Momentos muy especiales que se convierten en guía para nuestra vida y que la vibración de los cuencos de cuarzo pueden potenciar enormemente, junto a la capacidad de intencionar nuestra energía, uniéndonos a las frecuencias de estos maravillosos instrumentos, para ser también vehículos de lo eterno.